El viento sopló desde Shayol Ghul, un aliento helado que olía a ceniza y menta podrida. No era un viento para arrastrar hojas o mecer ramas, sino para colarse por los huecos de las puertas, para susurrar en los sueños de los hombres. El viento que anuncia el principio del fin.
En Caemlyn, ondeó los estandartes del León, haciendo gemir los goznes de la Puerta de Rand al pasar. Llevaba consigo retazos de conversaciones ahogadas: "¿Visteis a los Myrddraal en el Mercado?" "No, pero el Panarch ha soñado con serpientes de cristal..."
El viento cruzó los Páramos Aiel, levantando remolinos de arena roja que dibujaron rostros olvidados en el aire. Los Sabios escupieron al suelo, maldiciendo en voz baja. El viento no era bienvenido allí.
En la Torre Blanca, las llamas de las velas azules se inclinaron hacia el norte, aunque no había ventana abierta. Una Novicia gritó cuando el aire le arrancó un mechón de pelo, negro como la tinta de Verin. "Es solo el viento", mintió la Aes Sedai que la vigilaba, mientras sus dedos jugueteaban con el anillo de su Ajah.
El viento llegó por último a los Dos Ríos, donde Perrin Aybara abrió los ojos de golpe, con el sabor de sangre en la boca. Cerca, un lobo aulló. No era un sonido de caza, sino de advertencia.
El viento no era un viento. Era una pregunta. Y la respuesta ya caminaba entre vosotros, con sonrisa dulce y manos manchadas de oscuridad.
Que la Luz os proteja. Porque el viento no lo hará.
Qué necesito de vosotros?
1) Que os matéis mediante votos.
2) Que enviéis la localización a la que vais para pasar la noche.
El día acabará el Martes 2 a las 23:30
Buena suerte a los 3 bandos