El
Otomano comienza el segundo impulso del Turno 1 culminando el asedio de Belgrado que finalmente cae bajo las temibles tropas turcas. El emperador
Habsburgo, fiel a su título de guardián de la fe solicita robar dos cartas y entrega una de ellas al Papado. Él se refuerza con una carta más, que sin duda afianzará su capacidad de asedio sobre Metz. Por su parte el jugador
inglés no piensa soltar su presa y leva anclas llevando sus escuadras al Mar del Norte. La carta juagada por Enrique ("Defensor de la fe") permite además al Papa lanzar intentos de contrarreforma que terminan por calar en la ciudad alemana de Nüremberg que vuelve a abrazar la fe católica.
Francisco I ha visto oportunidades en el Nuevo Mundo y se apresura a ser el primero en esta carrera. Lanza un viaje de exploración hacia el Nuevo Mundo del que sin duda espera grandes riquezas. Ya en el contienente ordena a sus tropas que tomen el control de Pavia un importante núcleo de paso que le abre las puertas de Genova y Florencia.
Un movimiento de tropas sin apenas importancia entre St. Dizier y Dijon es aprovechado por el Duque de Alba. El Duque intercepta la formación francesa desde Besançon y se apresta para una escaramuza que se adivina fácil. Para sorpresa de todos, la pequeña unidad de regulares resiste con valentia y consigue capturar nada menos que al hombre de confianza del Emperador, el propio Duque de Alba. Sin duda la cólera de Carlos V no dejará esta afrenta sin respuesta.
El
Papado no va a quedarse de brazos mientras los franceses se afianzan en el Norte de Italia así que saca sus tropas de Roma y les ordena asediar Florencia.
El jugador
Protestante, ajeno por el momento a los movimientos militares, prefiere negociar ventajosas condiciones con los Fugger, una conocida familia de banqueros alemanes que le permitirá robar dos cartas más adelante.
La situación al final del segundo impulso.
FIN DEL SEGUNDO IMPULSO, PRIMER TURNO