La última sombra se desvanece bajo el peso de la luz. Moghedien, la Tejedora de Engaños, yace al fin desenmascarada—su red de mentiras hecha jirones por aquellos que se atrevieron a confiar incluso en la oscuridad. El aire, por primera vez en siglos, no huele a miedo, sino a cenizas de traición quemada.
En los salones de la Torre Blanca, las hermanas encienden velas azules por los caídos. En los Dos Ríos, los lobos aúllan una elegía para los héroes que nunca sabrán que lo fueron. La victoria no es dulce; es necesaria. Como el primer rayo de sol después de la noche eterna, recordándoles que incluso la telaraña más perfecta puede romperse con un solo hilo de verdad.
El Patrón sigue girando. Pero hoy, sus hilos brillan con el nombre de los que eligieron luchar.