De verdad que esta táctica de ir proponiendo al que va el siguiente en la lista no la entiendo, y ciertamente la veo perjudicial.
Un fascista lo tiene muy fácil entonces para como canciller proclamar una ley liberal, ganarse la confianza de la gente y acto seguido, como presidente, que es realmente quien corta el bacalao, pasarle dos rojas al nuevo canciller y enmiendarlo.
Me parece una estrategia completamente absurda.